jueves, 26 de noviembre de 2009
SIP quiero
¡Qué bonito es el amor! Tan lindo que su esencia trasciende épocas, costumbres y protagonistas. Nos equipara, nos iguala por muy distintos que seamos. Si no me creen, sigan leyendo:
Primera historia de amor; hace muchos, muchos años: Él esperaba galante en la plaza. Su porte, como siempre, era noble aunque no aristocrático. Todos los vecinos del lugar sabían de su riqueza y, pese a ser superado por muchos terratenientes, no dejaba de ser un partidazo para todas las damas de toda la comarca. Incluso de otras regiones, acudían mujeres tratando de conquistarle para asegurarse un futuro mejor.
Ella acudió a su encuentro, solícita. A diferencia de su futuro marido, procedía de una familia humilde, pero ello no restaba méritos a su hermosura. Esbelta, con buenos modales y una reputación intachable.
Era una unión bendecida por todos y, especialmente por el párroco, autoridad moral en aquellas tierras. Un sacerdote que observaba con preocupación como las semanas, los meses y casi hasta los años se escapaban veloces y esas uniones tan requeridas por el pueblo y tan necesarias para garantizar la supervivencia de la especie, se dilataban interminablemente en el tiempo.
Sin embargo, viéndoles, tan felices, en medio de la plaza, mostrando sin pudor, pero con una mesura incontestable su cariño por el otro, estaba seguro de que pronto darían el paso, se darían el ‘Sí quiero’ bajo el manto de la autoridad máxima y entonces todo sería un poquito más fácil.
Segunda historia de amor; hace pocas, pocas horas: Él, Cajasol, esperaba galante. Su porte (30.003,6 millones de activos totales; 21.733,1 millones de euros en créditos concedidos; 23.051,7 millones de depósitos captados; 1.606,4 millones de patrimonio neto y 28.397,2 millones de pasivo), era noble aunque no aristocrático. Todos sabían de su riqueza y, pese a ser superado por otras cajas de ahorro, no dejaba de ser un partidazo para todas aquellas entidades más humildes tanto de su comunidad como de otras vecinas.
Ella, Caja de Guadalajara, acudió a su encuentro, solícita. A diferencia de su futuro marido, procedía de una familia humilde (1.709 millones de activos totales; 2.797,1 millones de euros en créditos concedidos; 1.427,2 millones de depósitos captados; 65,2 millones de patrimonio neto y 1.643,7 millones de pasivo), pero ello no restaba méritos a su hermosura, marcada especialmente por esa nueva Torre recientemente estrenada como sede de la entidad.
Era una unión bendecida por todos y, especialmente por Miguel Ángel Fernández Ordóñez (MAFO), gobernador del Banco de España y partidario de la fusión de un tercio de las 45 cajas de ahorros que hay en España. Una autoridad que observaba con preocupación como las semanas, los meses y casi hasta los años se escapaban veloces y esas uniones tan requeridas y tan necesarias para garantizar la supervivencia del sector, se dilataban interminablemente en el tiempo.
Sin embargo, viéndoles, tan felices, en sus respectivos Consejos de Administración, mostrando sin pudor, pero con una mesura incontestable su deseo de unirse con el otro e incluso con alguna otra entidad (concretamente Caja de Badajoz, Caja de Extremadura y CajaGranada), estaba seguro de que pronto darían el paso y abordarían una fusión virtual bajo la figura de un Sistema Institucional de Protección (SIP) en la que ambas entidades mantendrán sus marcas y actividades de obra social por separado.
¡¡Vivan los novios!!
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Lo que yo no me imagino es el gasto en cambiar los carteles de las entidades resultantes, jeje. Aunque bueno, durante algún tiempo supongo que no se cambiarán los nombres, ¿no?
ResponderEliminarCompañero, definitivamente, vayase preparando para una OPA hostil.
Jajaja... me ha gustado mucho Juanjo. Tienes talento! desde hoy, tienes una seguidora más, me alegra que te hayas decidido a empezar un blog, así todos podremos leer tus escritos :)
ResponderEliminarUn besazo muy gordo y nos vemos por aquí.
Cuando te pones romántico...
ResponderEliminar