jueves, 7 de enero de 2010

Un uomo solo al comando


Hoy, día de Reyes les voy a hablar de un mito. Un mito de carne y hueso que, por circunstancias de la vida y sobre todo de la muerte, se erigió en un referente para todos los apasionados, en este caso, del ciclismo. Hablo de Fausto Coppi y no lo hago por casualidad, sino porque, recientemente, el pasado día 2, se cumplieron 50 años de su muerte, víctima de la malaria, si bien, años después, se habló de un posible envenenamiento, tesis que no parece tener demasiado fundamento.
El caso es que, con motivo de este aniversario, han sido muchos los artículos entorno a la figura de este histórico ciclista, ganador de cinco Giros de Italia y dos Tours de Francia (de hecho fue el primero en doblar en una misma temporada triunfos en Italia y Francia), entre otras muchas pruebas (según las fuentes se habla de 118 o 144 victorias). Su mote, como no podía ser menos, el ‘Campionissimo’. Con apenas 20 años conquistó la ‘corsa rosa’ por primera vez y eso que partía a las órdenes de Gino Bartali. Fue el comienzo de una ‘guerra’ deportiva que paralizó el país transalpino. Cuentan las crónicas que media Italia era fervorosa seguidora del veterano Gino y la otra mitad de Italia de su sucesor. Una pugna originó ríos de tinta. Sin ir más lejos, la foto que acompaña a esta entrada ha sido motivo de disputa dialéctica desde que aconteció allá por 1952.
Coppi, en primer plano y de amarillo. Bartali con la maglia tricolore. Entre ellos un bidón. Pero, ¿quién se lo cedió a quien? Aunque a muchos les parezca increíble la polémica y el interés entorno a ese acto perviven y pervivirán ya que no quedan testigos vivos de aquel momento.
Pero es que las dos estrellas italianas (Bartali se impuso en tres Giros y dos Tours) eran diametralmente opuestos en todo. Como señalaba Carlos Arribas, Fausto Coppi era “el hombre moderno, laico, contrapuesto al hombre antiguo, a Gino Bartali, de Acción Católica, Democracia Cristiana, amigo de Papas, fumador empedernido, amante de un buen vaso de rosso”. Aún así cuentan que se hicieron grandes amigos y trabajaron el uno para el otro.
No obstante, hubo jornadas en las que el ‘Campionissimo’ no contó con nadie y se lanzó a la locura. Sólo así se entienden las cabalgadas realizadas en el Giro de 1949, cuando, sin necesidad, atacó a 192 kilómetros de Pinerolo con La Madeleine, Vars, Izoard, Montgenevre y Sestriere (todos puertos de primerísima categoría) por delante. En aquella etapa, un periodista conocido radiofónico, Mario Ferretti, hizo famosa la expresión que sirve de titular a esta entrada: “Un hombre sólo al mando, su maillot es blanco y celeste. Su nombre, Fausto Coppi” tal y como recordaba Benito Urrarburu. No le faltaba razón puesto que todas sus victorias en las carreteras las firmó en solitario.

Tampoco esperó a nadie en la Milán San Remo de dos años antes. Entonces atacó en el Passo del Turchino, a mitad de recorrido cruzando la línea de llegada con 14 minutos de ventaja sobre el segundo clasificado, otro récord que se mantiene desde entonces.
Pero como suele ocurrir con los mitos, el aura rodea a Fausto también fuera de la competición. Por eso, al recordarle, Urrarburu rememoraba cuando en 1953 “llevó el escándalo a una Italia muy puritana cuando, en Lugano, donde se celebraron los Campeonatos del Mundo, entregó el ramo de flores que le dieron a Giulia Occhini, la mujer de su médico, con quien se fue a vivir abandonando a su mujer. Nacería otra leyenda, la de 'La dama blanca'. Tanto Coppi como Giulia llevaron adelante su amor. El precio que tuvieron que pagar fue el de dejar a su hijos. El Papa llegó a condenar esa relación. Coppi y su mujer se separaron en 1954. A Fausto le retiraron el pasaporte y Giulia tuvo que ingresar en la cárcel. Acabaron casándose en México, en un matrimonio que nunca fue reconocido en Italia. Vivió la Segunda Guerra Mundial en sus propias carnes. La contienda mundial cortó su carrera de cuajo. El ejército italiano le mandó a África con la infantería 'División Ravenna'. Las tropas de Montgomery, como a otros miles de italianos, le hicieron prisionero. Estuvo en un campo de concentración hasta que le libraron en 1945”, (su gran rival, Bartali salvó la vida de 800 judíos recorriendo las carreteras de media Italia portando pasaportes falsos y aprovechando que, por su fama, ningún oficial fascista le detendría; de hecho, se dice que el triunfo de Bartali en el Tour de 1948 evitó una guerra civil en su país).
El final de Coppi empezó a escribirse cuando aceptó acudir a un criterium en la actual Burkina Fasso junto a Jacques Anquetil y Roger Riviere entre otros. Se negó a tomar quinina y contrajo la malaria. El 27 de diciembre cayó enfermo y una negligencia médica acabó con su vida el 2 de enero de 1960.

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