lunes, 11 de enero de 2010

Cambios por el tipo de cambio


A ver Juanjo, trata de recordar. La tercera de las políticas que un Gobierno puede adoptar para corregir los fallos de mercado que se dan en la economía en la política cambiaria o de tipo de cambio.
La misma se centra en la apreciación/depreciación de una moneda en el mercado de divisas o en la revaluación/devaluación de la misma a través de un decisión del Ejecutivo.
Disculpen, pero me pillaron repasando uno de los temas de los que me examinaré mañana en el Máster en Periodismo Económico que estoy realizando. Sí, lo han adivinado, la asignatura es Economía Pública. ¿Qué si es un rollo? Bueno, todo depende. Cierto es que no es un cúmulo de emociones fuertes y sensaciones inolvidables, pero también lo es que nos acerca a un mundo muy presente en nuestras vidas.
De hecho, respecto a la política cambiaria tenemos dos ejemplos. Uno muy reciente; un pelín más lejano. Los dos han provocado consecuencias serias, en el segundo caso, incluso dramáticas. El primero muchos lo habrán escuchado estos días. Hablo de la devaluación del bolívar, anunciada el pasado viernes durante la retransmisión de un partido de béisbol, deporte muy seguido en Venezuela. A partir del lunes, habrá dos cambios oficiales. Por un lado, se incrementó el valor del dólar de 2,15 bolívares fuertes a 2,60 para las importaciones de primera necesidad (alimentos, insumos de salud y compras del sector público). Por otro, para el resto de sectores se utilizará un tipo de cambio de 4,30 bolívares fuertes por dólar, que representa una devaluación del 100% con respecto al valor anterior. Esto es, Chávez devaluó su moneda un 50% (digamos que si antes tenías 100 ahora te quedas de la noche a la mañana con 50).
El motivo expuesto por el mandatario no es otro que aumentar las exportaciones (ahora es más barato comprar productos venezolanos), disminuir las importaciones y, así, aumentar la producción a través de una mayor demanda externa.
¿Qué supone esto? Quizás lo más sonado para nosotros, porque de ello se hicieron eco nuestros periodistas (al menos fue el caso de M. Primera y M. Jiménez, del diario El País donde me enteré de la noticia), sea los perjuicios sufridos por las empresas españolas allí presentes que, de pronto, ven disminuir sus beneficios.
No obstante, lo más llamativo ha sido la reacción de los propios venezolanos, quienes temerosos, con razón, de una más que probable subida de los precios (una devaluación o depreciación de la moneda supone tensiones inflacionistas), se lanzaron a las tiendas de electrodomésticos para poder comprar todo tipo de aparatos, desde refrigeradores, lavadoras, televisores, equipos de sonido, computadoras, en un país donde el afán consumista contrasta con el socialismo que pretende implantar el mandatario desde hace 11 años.
No obstante, mucho peor fue lo acontecido durante el mes de diciembre en Corea del Norte. Una noticia que, en su momento, quise comentar y que ahora, a raíz de los cambios en Venezuela he querido traer a esta entrada.
A continuación les muestro una información publicada por Zigor Aldama para El Correo Digital fechada el 28 de diciembre:
“Se acabaron el mercado negro y la inflación en Corea del Norte. Por lo menos, de momento. El régimen de Pyongyang ha decidido cortar por lo sano y, en su habitual línea dictatorial, ha propinado una bofetada al ya de por sí frágil tejido empresarial del país. Por primera vez en 17 años, ha retirado por sorpresa todo el papel moneda del mercado y lo ha sustituido por nuevos billetes con los que, de facto, aprecia la moneda. Antes de esta medida un dólar estadounidense equivalía a 135 won, aunque, ante la imposibilidad de hacer el cambio en los bancos, en el mercado negro se pagaba a 2.000 o 3.000.
Ahora, de los nuevos won han desaparecido dos ceros, y el Ejecutivo limita la cantidad que cada ciudadano puede cambiar. Eso sí, se mantiene la diferencia con el dólar, que cuesta 1,35 won. No obstante, las restricciones impuestas, que diferentes fuentes cifran entre 300.000 y 500.000 won por cabeza (el equivalente a 1.400 y 2.100 euros), suponen una gran pérdida económica para los norcoreanos, que se ven con un montón de papeles sin valor alguno que, además, han de ser depositados en bancos estatales sin garantía alguna de recuperación. Según el banco central del país, la medida busca impulsar el socialismo, y las autoridades ya han anunciado que no habrá piedad con quienes traten de saltarse el límite.
Pintadas contra Jong-il
El pánico no ha tardado en hacer su presencia, se han producido manifestaciones en las que algunos ciudadanos han quemado pilas de billetes y, lo nunca visto, han aparecido pintadas contra el 'querido líder'. Por esta razón, 12 de los organizadores de las protestas han sido ejecutados el pasado fin de semana tras juicios sumarios. También se ha prohibido la entrada de ciudadanos occidentales, lo cual hace pensar que la tensión es importante.

Siempre según informaciones procedentes de legaciones diplomáticas o medios de comunicación de Corea del Sur o China, ya que la agencia estatal KCNA no ha dado información detallada al respecto, en el país han cesado las transacciones comerciales, las tiendas están cerradas, y se han producido grandes aglomeraciones en los bancos y en las oficinas del Partido de los Trabajadores, el único del país. Otros ciudadanos buscan desesperados cambiar fajos de billetes en el mercado negro, y también ha aumentado la actividad en el puesto fronterizo con China, principal aliado de Pyongyang, y cuyo mandatario, Hu Jintao, estrechará en breve la mano de Kim Jong-il.
Incluso han llegado noticias de suicidios y trágicas estampidas en estaciones de tren que, debido a la imposibilidad de acceder al país, es imposible confirmar. No obstante, la organización Good Neighbors Korea, una de las que facilitan contactos al más alto nivel entre los estados de la península coreana, ha confirmado a este periódico que «se vive una grave situación social cuyo desenlace es difícil prever».
Un brote de capitalismo
En cualquier caso, la medida se considera un movimiento político para dar muerte al mercado negro, que cada día le ganaba más terreno al que controla el gobierno de Kim Jong-il, y que se percibía por los dirigentes como un peligro a la estabilidad de la dictadura y del sistema comunista imperante. Este sector económico, un brote de capitalismo que nació hace una década después de la gran hambruna sufrida por el país, había crecido hasta formar un conglomerado de unos 30.000 comercios en las afueras de la capital. Sistemáticamente, las autoridades han tratado de cerrarlo y algunas ONG denuncian que las mujeres que vendían allí vegetales y productos cárnicos han sido forzadas a trabajar en fábricas estatales.
Curiosamente, el propio gobierno norcoreano flirtea con la economía de mercado en el sur del país, en la frontera con su vecina capitalista. Allí está el complejo industrial de Kaesong, un experimento en el que participan el Ejecutivo norcoreano y empresas surcoreanas y que se aprovecha de la mano de obra barata del norte y, a la vez, da esperanza a un nutrido grupo de trabajadores.
Muchos ven Kaesong como la puerta trasera por la que se dará la apertura al exterior cuando muera Kim Jong-il. Pero, hasta que llegue ese momento, todo apunta a que los 24 millones de ciudadanos norcoreanos están condenados a sufrir”.
Desde entonces la única novedad que he encontrado en la red ha sido la de la prohibición del Gobierno norcoreano, el último día del pasado año, del uso de divisas extranjeras en su país pasando a ser el won norcoreano la única divisa con la que los ciudadanos del país y los extranjeros puedan pagar en aeropuertos, hoteles y en todos los comercios. Con esta prohibición “se pretende impedir que el ciudadano común pueda acumular divisas extranjeras”.
Para que luego digan que la economía no es interesante.

1 comentario: