martes, 22 de diciembre de 2009
Una caída muy diferente
Millones de ojos miraron hacia Berlín días atrás. La ocasión lo merecía, sin duda. Se conmemoraban los 20 años de la caída del muro, un hecho que cambió el mundo ya que provocó innumerables réplicas en diversas partes del mundo, especialmente, en el bloque soviético.
Una de ellas vive hoy, 22 de diciembre, su culmen si bien es cierto que el acontecimiento (o la desgracia, puesto que allí donde hay muertos, siempre hay desgracia y en Rumanía los hubo a millares -se habla de 11.000 muertos-); se prolongó durante varios días de aquel mes de diciembre de 1989.
El día 21, el Conductor (así se hacía llamar a sí mismo fruto de la megalomanía que rigió su mandato) de aquella dictadura, Nicolae Ceaucescu, convocó una multitudinaria manifestación en Bucarest frente a la sede del Partido Comunista para justificar la matanza ocurrida cuatro días antes en Timisoara (93 muertos). El origen de represión fue aplacar unas protestas surgidas en contra de la expulsión del sacerdote evangélico Laszlo Tokes.
Lo que a priori iba a ser un refuerzo para el régimen se convirtió en su guillotina. Al poco de comenzar su discurso, los asistentes empezaron a abuchearle y a gritar consignas en su contra (aunque lógicamente no entiendo el rumano, el vídeo es más que expresivo).
La reacción no se hizo esperar y se trató de aplastar el conato de revuelta. Con lo que no contaba el dirigente era con que el Ejército se aliase con la mayoría del pueblo y se levantase contra la Securitate, la policía secreta del régimen. Circunstancia que se produjo el día 22 de diciembre y que provocó que Ceaucescu y su esposa Elena (a la que hacía llamar ‘antorcha del partido’ y “madre de la patria’) huyeran de Bucarest en un helicóptero. Junto a ellos, se encontraba el general Victor Stanculescu. El mismo que días antes había participado activamente en la matanza de Timisoara, pero que, aquel 22 de diciembre, ordenó a sus soldados que no disparasen al pueblo y arrestó a los Ceaucescu.
Rápidamente se les organizó un juicio sumarísimo y se procedió a la ejecución de ambos el día de Navidad de aquel 1989. Muerte que fue difundida inmediatamente por televisión para alborozo de muchos de sus compatriotas (ver vídeo en el minuto 5 y 20 segundos; antes no lo aconsejo porque no es muy agradable).
Horas antes el Comité de Salvación Nacional declaraba que la revolución se había impuesto. ¿Revolución o golpe de Estado? Y es que como recogía recientemente un reportaje de Euronews, los nuevos mandatarios surgieron de las filas de dirigentes que acompañaban de Ceaucescu. Como ejemplo decir que el general Victor Stanculescu fue nombrado ministro de Defensa por el primer presidente después de la revolución, Ion Iliescu, también miembro del partido. Posteriormente Stanculescu se desempeñó como exitoso hombre de negocios.
A diferencia de lo acontecido en Berlín, el comunismo cayó a costa de miles de vidas. Quizás por eso hoy, la conmemoración no acaparé las portadas de los medios de comunicación. Ojalá me equivoque ya que ninguna historia debe ser olvidada.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario