martes, 8 de noviembre de 2011

Reflexiones políticas de un periodista deportivo


Sí, lo admito. Acabo de ver el debate entre Rajoy y Rubalcaba. Sí, lo admito, ya sólo por esa circunstancia soy un ‘bicho raro’. Supongo que el hecho de haber seguido al mismo tiempo la segunda mitad de un partido de fútbol (Murcia 0, Deporivo de la Coruña 0) y, a partir del segundo bloque del debate, una lista de twitter; me hace aún más friki.
El caso es que tenía interés en seguir el debate y, posteriormente, expresar mis sensaciones sobre el mismo.
Lo primero que quiero decir es que, desde mi punto de vista, no hay un vencedor claro. Rajoy lo tenía muy fácil dadas las circunstancias que atraviesa el país y lo cierto es que su arranque fue demoledor.
El primer bloque, dedicado a la economía y el paro, cayó de su lado. Rubalcaba lo tenía todo en contra. La losa de los cinco millones de parados (por cierto, Rajoy no hacía más que decir que eran más de 5 millones cuando el último dato de la EPA habla de 4,9, pero bueno, también es verdad que Rajoy llamó “señor Rodríguez…” a su oponente por dos veces, creo que voluntariamente), era demasiado pesada para Rubalcaba.
Tanto que sus intentos de atacar el programa del PP (del programa del PSOE apenas se habló y lo cierto es que Rubalcaba mostró un conocimiento extraordinario del ideario rival), resultaron faltos de vigor y sustancia (más en plan “que viene el lobo”, aunque otra cosa es que parezca que el lobo asoma por el horizonte).
Sin embargo, tras los 12 minutos de descanso (publicidad en las teles privadas), todo cambió. De pronto Rubalcaba afiló el colmillo y amenazó con hincárselo a su rival. Éste dio la sensación de querer evitar el choque frontal, como sabedor de que tenía más que perder que lo que podía ganar.
Así las cosas, dio la sensación de que Rubalcaba recuperaba posiciones. Sin embargo, era tal su desventaja (y más lo es en las encuestas) que ni la sanidad, ni la educación, ni el variado tercer bloque (en el que se citaron desde el matrimonio homosexual, a la política internacional, pasando por la igualdad), permitieron a Rubalcaba darle la vuelta a la contienda.
Eso sí, cuando menos el candidato del PSOE se puede apuntar dos tantos. Por un lado, una mayor sensación de cercanía al recurrir a sus ‘chuletas’ muchísimas menos veces que Rajoy (un periodista, Francisco Peregil, llevaba la cuenta de las miradas a los folios en twitter).
Por otro, lograr que Rajoy admita que, respecto al matrimonio homosexual, no piensa retirar el recurso de inconstitucionalidad presentado por el PP ante el Tribunal Constitucional.
Porque, en lo que respecta al resto de acusaciones lanzadas sobre el programa del PP, no deja de ser una cuestión de credulidad (habrá quién crea lo que indicaba Rajoy y habrá quién comparta las sospechas que dejaba entrever Rubalcaba respecto a muchos aspectos como posibles ayudas públicas a los bancos para hacerse cargos de sus activos malos, cambios en el sistema de pensiones, etc)
En resumen, creo que ninguno se impuso con claridad y que el debate no provocará grandes cambios en el sentido del voto. La única esperanza del PSOE es que el último mensaje de Rubalcaba animando al voto y recordando que de nada sirve abstenerse cale en la sociedad. Algo que me parece que no ocurrirá.
¿Qué dirán el resto de analistas políticos del debate? Eso lo veré mañana. Yo de momento, voy a ver si friego, para cerrar esta noche tan peculiar.

PD: Lo siento, no lo pude evitar y pasé por las webs de los dos diarios generales de referencia en España, El País y El Mundo. Ambos realizan encuestas entre sus lectores. ‘Curiosamente’, Rubalcaba gana en la encuesta de El País y Rajoy en la del Mundo. Una vez más se confirma el dicho: “dime qué lees y te diré quién eres”. Aysss.

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